Y a gritos verdes te pide que le cantes al oído.
Lucha por no salirse de su cuerpo, por no desplegar sus alas y abrirse a ese cielo minado de estrellas que acechan sedientas, que miran con sus ojos llenos de sangre y sus sonrisas pintadas de soledad.
Y aun así no se puede contener, baila en el aire esperando que lo sigas, éxtasis y frenesí en el grial del que bebe.
Se vuelve a contraer, y en su espera ansioso enloquece, no soporta la densidad del ambiente, esa marea que da vueltas en su imaginación, volviéndolo todo tan confusamente real.
Y sueña, flota en el tiempo y ve sus ideas pasar. Drogado.
Cae y desespera.
Y vuelve a sonreir.
Enfermo se sumerge en la locura. Demacrado y tenue, en su ultimo grito te pide que le cantes al oído.
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