domingo, 27 de julio de 2008

El país del calor

Me desperté repentinamente, como escapando de algún pensamiento, sin rastros de sueño, lúcido, más lúcido que nunca. Frente a mí tenía una gran estructura extraña, púrpura. Una especie de panal de abejas, grande (muy grande), cortado transversalmente, con un lugar o una cara conocida en cada hexagonito, púrpura. Y podía ver que de atrás salían cables, cables gruesos y a la vista…a la vista? De textura agradable, púrpuras, que desaparecían al salir por la puerta de mi cuarto. Ya no tenía necesidad de usar el teléfono ni de moverme físicamente, solo era cuestión de desear un lugar o una persona, y saltar hacia el hexagonito implicado. Y del resto se encargaba esta estructura extraña pero maravillosa, leyéndome la mente a la perfección, sin dejar pasar detalle alguno. Y me vi en el lugar que quería, en el país del calor, con una sonrisa que daba vueltas a mi cara y una sensación de desnudez que jamás había sentido. No podía creerlo y a su vez nadie me creía (aunque en realidad no lo había compartido con nadie, pero la verdad es que así se sentía, que nadie iba a creerme).
Flotaba descalzo, por encima de ese día de invierno.
- Javier que hacés así desnudo? Estás loco vos? Volvé ya a la cama! Dale, dale - Y me escoltó a mi cuarto. Mi madre.
- Vos no entendés, yo estoy en el país del calor -

Mercy come

Es esa conjunción de sensaciones, de palabras y momentos que provocan esta euforia que llega para hacerme girar una vez más o detenerme por completo. Para bailar con mi alma una pieza desenfrenada o para atarme de pies y manos a su telaraña, de la que por alguna casualidad o mentira había logrado escapar.
Y por momentos creo estar venciendo, giro y la observo siguiéndome aun, a lo lejos, cansada y torpe, pero jamás dándose por vencida.
Ella fijando su mirada en mi ser, atravesándolo con esa seguridad de victoria incondicional que tanto contrasta con su fragilidad.
Ella siguiendo mis pasos, esperando el momento en el que yo vuelva a mi ya-antes-vivida-pero-nueva rutina, confiado de mi ventaja, para reaparecer y sacudir mi mundo, una vez mas.
Ella sin entender que finalmente lo encontré, que a pesar del ir y venir de la marea, de los crepúsculos, y del pasar de las estaciones, esta sonrisa parece haber echado raíces.
Ella no entendiendo que la encontré.
Y yo sin siquiera haber pisado el lugar donde la había perdido.
No aun.

sábado, 26 de julio de 2008

Las estaciones



Un viento gélido formando torbellinos en mis poros. Las vastas extensiones de mi piel se muestran desérticas; y en sus grietas, hasta entonces resecas, fluyen líquidos depresores que paradójicamente no hacen mas que exasperar al máximo cada contacto, cada encuentro y cada pisada.
Mis pelos parecen desaparecer, son disminuidos sin opción a réplica, casi despojados de si mismos. Y se mueven. Armoniosamente se mueven en un ir y venir, siguiendo una marea azul que nada en este aire.
Los líquidos son convocados a luchar, a escaparse de sus mundos y enfrentar su muerte, pero luego se congelan, y parecen estatuas y monumentos que la vista del ojo ordinario fotografía como tristes, solo tristes.
Mi sangre que tiñe el escenario, que tiñe y quema todo a su paso, sin contemplaciones ni piedad.
Y todos mis pensamientos no inmediatos migran a otra dimensión, una a años luz de este presente tan incierto.
Una dimensión sumergida en la más profunda seguridad, resguardada por completo de cualquier tipo de peligro. Una obra maestra, dibujada con cada una de mis células, llenando mi cuerpo, inflándolo, manteniéndolo de pie, esta dimensión.

La seguridad de los ciclos.

Y a gritos verdes te pide que le cantes al oído.

Lucha por no salirse de su cuerpo, por no desplegar sus alas y abrirse a ese cielo minado de estrellas que acechan sedientas, que miran con sus ojos llenos de sangre y sus sonrisas pintadas de soledad.

Y aun así no se puede contener, baila en el aire esperando que lo sigas, éxtasis y frenesí en el grial del que bebe.

Se vuelve a contraer, y en su espera ansioso enloquece, no soporta la densidad del ambiente, esa marea que da vueltas en su imaginación, volviéndolo todo tan confusamente real.

Y sueña, flota en el tiempo y ve sus ideas pasar. Drogado.

Cae y desespera.

Y vuelve a sonreir.

Enfermo se sumerge en la locura. Demacrado y tenue, en su ultimo grito te pide que le cantes al oído.