viernes, 1 de agosto de 2008

Desinteresada la vida



Es que a tanta euforia siempre le sigue un lapso de inactividad, de parálisis mental y de alguna forma hasta involución personal.
De volar en mis sueños a despertar empapado de languidez. Ese trance al que los primeros minutos del día me someten me convierte casi en otra persona, en un cobarde que no esta más que muerto por dentro.
Los temas son los mismos, pero se los aborda desde caminos totalmente opuestos, opuestos y enfrentados en armas, destruyendo toda ciudad de cristal tan apasionadamente concebida la noche anterior.
Y de los vestigios brotan verdes brillantes, como iluminados por alguna “nueva” idea.
De pronto son solo rayos de luz y agua fluir, que se muestran perfectos para un mañana.
Pero como siempre las luces mueren lentamente y un manto de frío nos cubre dándole vueltas a cada rincón, no dejando escapar ni un pensamiento.
Se cierra el telón.
Y ustedes saben como sigue.