sábado, 15 de agosto de 2009

Hija de Algo

Una suerte de bulto, un ladrillo negro en el estómago. Un latido en todo el cuerpo que el tiempo no cansa. Sus pelos secos y fóbicos entre si, huyendo los unos de los otros como quien huye del contagio. Y el tránsito de la vida que se dificulta, se retrasa y casi a camino de hombre pide permiso con sus años mirando el piso. En su cabeza el ladrido del mas allá que recuerda que ahí está, y la almohada que se reduce a un saco de plumas que ni los pensamientos puede sostener ya. Sus piernas se enroscan en una trenza y sus pies se solapan en busca del peso que ya no sienten. Su pecho que se balancea por el centro de la media luna que forman sus hombros, como si fueran imanes que la espalda no deja volar a un encuentro del que están privados desde siempre. Sus ojos eternamente abiertos pero nada del afuera dejan entrar, no son más que las cálidas cortinas de un cuerpo que la puta ruleta permitió vaciar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

que linda sorpresa ver dos pares de ojitos conocidos.
ultimamente me estoy dando cuenta que cada día te quiero má, sabías?
imagino que no, mejor no lo repitamos, que la descendencia lo impide.

te adorisimo tenedor, playmobil, javito
:)